Midnight in Paris y los peligros de la nostalgia
Midnight in Paris, del año 2011, dirigida por Woody Allen y protagonizada por Owen Wilson, cuenta la historia de un escritor estadounidense llamado Gil Pender que, estando de viaje en París con su prometida, encuentra la manera de viajar a la década de los 20 todos los días a medianoche.
Es entonces cuando tiene la oportunidad de interactuar con los escritores y artistas más famosos y reconocidos de la historia, figuras tan destacadas como F. Scott Fitzgerald, Luis Buñuel, Ernest Hemingway, Salvador Dalí y Pablo Picasso, entre otros, que lo inspiran e incluso le ayudan para mejorar un libro que Gil está escribiendo.
Una vez que termina el primer viaje al pasado, Gil regresa a la actualidad para seguir planeando la boda con su prometida Inez. Cuando está en el presente, se da cuenta que no es feliz y no está emocionado por iniciar una nueva etapa de su vida al lado de Inez, quien además de no interesarse por los gustos de Gil, le es infiel.
Gil una vez que sabe que tiene la oportunidad de regresar al pasado, lo hace en muchas ocasiones. Una noche conoce a Adriana, una encantadora mujer francesa de la cual se enamora. Al conocerla mejor, se da cuenta que comparten una aspiración, haber vivido en otra época en París. Adriana y Gil se conocen más a fondo, incluso llegan a enamorarse; sin embargo, cuando Gil le comenta a Adriana que está encantado con París de su época, ella rechaza esta idea, argumenta que la mejor época para vivir en París es una anterior y le propone que se vayan a vivir a un París muy distante en cuestión de años para Gil.
Al conocer este anhelo de Adriana, Gil cae en cuenta que el enamoramiento y nostalgia por el pasado es un deseo tal vez erróneo. Adriana intenta convencer a Gil de ir con ella para poder ser felices. No obstante, Gil se niega, porque ya por fin entiende que la gente, sin importar la época en la que vivan y cuánto sea idealizada por generaciones posteriores, no podrá satisfacer a la gente que en ella vivan.
Al final de la película, después de terminar su relación con Inez, Gil se reencuentra con una mujer que ya había conocido en una tienda de antigüedades. Al hablar más, deciden ir por un café para conocerse mejor.
Desde un punto de vista cinematográfico la película es excelente, su duración de 94 minutos en lugar de perjudicarla, la ayuda a contar una historia más concentrada y por lo tanto mejor enfocada.
Desde un punto de vista emocional, es incluso mejor, ya que, como todo buen arte, te hace sentir o reflexionar sobre algún tema. En este caso, la cinta efectivamente nos hace reflexionar e incluso criticar la nostalgia y cómo ésta hace que veamos al pasado alterando nuestra percepción. Muchas veces las personas nos pasamos el tiempo “extrañando” o “añorando” al pasado e incluso llegamos a una conclusión: todo sería mejor si hubiéramos vivido en el pasado.
Como especie humana, tendemos a preocuparnos por lo que fue y por lo que será y para citar a un personaje cinematográfico de otro film: “Estás preocupado por lo que fue y lo que va a ser. Hay un dicho: El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio. Por eso se llama presente.”
Al entender que la verdadera felicidad sólo se obtiene apreciando y agradeciendo por el presente, Gil encuentra la felicidad y un increíble sentido de libertad al que creo todos deberíamos aspirar. Al preferir al presente sobre el pasado, así como a las personas que de verdad se interesan en él sobre las que sólo lo usan, Gil por fin alcanza un estado de plenitud que le permite enamorarse del presente tanto como lo ha hecho del pasado.
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