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Los impresionistas y cómo pasaron de ser los rechazados a ser los consentidos



El movimiento artístico consentido de todo el mundo, el impresionismo. Estos artistas que enamoran al espectador con sus cuadros cargados de pintura, de pinceladas gruesas y carácter expresivo son los responsables de muchos cambios en el mundo del arte.


Para empezar, los impresionistas rompieron con todas las reglas, son los verdaderos rebeldes del mundo del arte, desafiaron a la autoridad en todos los sentidos. En su momento, el mundo del arte estaba controlado por la academia de bellas artes en París, tenían su exposición estelar una vez al año, en la cual, alumnos de la academia y externos podían aplicar ante un panel de jueces para exponerse a los ojos de todo París.


No eras nadie si no participas en la exposición, pero ser admitido es complicadísimo, para empezar tienes que cumplir con las mil y un reglas del clasicismo francés, pintar temas de la mitología griega o de carácter nacionalista, ser preciso en proporciones y realista en estilo pictórico.

Monet y sus cuates impresionistas aplicaban año tras año con poco éxito por su estilo novedoso e incomprendido.

Como muchas veces en el arte, la política tiene un papel importante, los artistas y amantes del arte ya se estaban poniendo locos, por la burocracia que aplastaba a los nuevos artistas y aceptaba solamente a los más antiguos, rucos y clásicos.

Como se acercaban las elecciones y Napoleón III quería tener feliz al pueblo, le dijo a la academia que tenían que exponer a todos, hasta el peor pintor, hasta esos idiotas con sus manchitas de pintura que pintaban escenas borrosas y desenfocadas… los impresionistas.



Ese verano se inauguró el primer “salón de los rechazados” donde expusieron todos los que no aceptaron al salón de bellas artes, esta exposición recibió diez veces más visitantes que la exposición original, llenándose de morbosos que criticaban cada uno de los cuadros ahí presentados.

El cuadro más criticado, El Amanecer de Monet, y los artistas más atacados, son los que hoy llenan las salas del D’Orsay y el resto, es historia.




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