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La Bella Durmiente a través de los siglos: como la realidad moldea nuestros valores

La tradición oral y escrita ha sido parte fundamental de la cultura universal de todos los pueblos a través del paso del ser humano por la tierra. Son, a la vez, historia y testamento del pensamiento de su realidad, por lo que podemos aprovecharlos para echar un vistazo al contexto en que se encontraban. Podemos así, empezar este análisis de un cuento que ha sido contado a lo largo de varios siglos, hasta verse convertido en una reexposición del inconsciente colectivo (gracias a Disney): La Bella Durmiente.


Lo primero que hay que considerar es que la iteración más temprana que tenemos de este cuento se da en el Pentamerón (1674) de Giambattista Basile, literato de la corte de Nápoles y Venecia de mediados del siglo XVII. En este primer acercamiento, lo primero que debe saltarnos a la vista son los valores que se tenían como importantes en este tiempo y cómo difieren de los nuestros en la actualidad. El Rey se encuentra a la Bella Durmiente (en este cuento, Talía) bajo el encanto de la maldición, dormida. Éste procede a tener relaciones sexuales con ella en este estado, atrapado por su belleza, acto del que se producen, nueve meses más tarde, dos criaturas llamadas Sol y Luna. Todo esto sucede mientras Talía se encuentra hechizada en un profundo sueño y los niños incluso deben valerse por la gracia de dos hadas durante los primeros momentos hasta que la madre despierta (esta idea sola podría abrir un interesante debate sobre el consentimiento sexual a través de los tiempos, además de presentar una idea aterradora de despertar de un sueño como cualquier otro y tener a dos hijos nuevos y desconocidos). En este periodo, el amor del hombre a la mujer es tan fuerte y dominante que todo el desarrollo es visto como gran acto de amor en el que, incluso, al no soportar las actitudes de la Reina, el Rey la manda matar y llora por sus hijos (que se encontraban a salvo por gracia del cocinero). Es cierto también que esta es la versión más corta de los cuentos porque, por la época, estos debían ser concisos y de mensaje claro, por lo que los personajes aparecen bidimensionales y los temas no son complejos donde el verdadero amor (léase “atracción física a la mujer”) resulta vencedor.



Más adelante (unos veintialgunos años, para ser precisos), el dramaturgo francés, Charles Perrault publica Les Contes de ma mère l’Oye (los Cuentos de mamá ganso, 1697) donde trata de hacer una recolección de algunos cuentos publicados y algunos otros de la tradición oral que imperó en el pasado, pero que tuvieran una mayor facilidad de aceptación por una audiencia más joven, convirtiéndolos en cuentos de cuna y cuentos infantiles (aquí nacen los “cuentos de hadas” aún si ya existían hadas como personajes en la primera versión del cuento que nos atañe) por lo que, para lograrlo, se ve forzado a omitir algunos de los detalles más escabrosos de las generaciones anteriores. A diferencia del cuento anterior, en la versión de Perrault, tenemos a siete hadas como personajes de pivotal importancia más un hada vieja que, por las circunstancias, se encuentra en completo disgusto con el desarrollo de los eventos del cuento. Durante la escena de la ceremonia, podemos aprovechar para ver los valores que competían en la época de Perrault, ya que las hadas confieren encantamientos que harían de la vida de la princesa, una vida perfecta. Dentro de estos encantamientos, se encuentran la belleza, la bondad, la gracia, el canto y la música, ya que cualidades como el valor, la resiliencia y la inteligencia eran considerados atributos del hombre. Después sucede la maldición del hada vieja que ya todos conocemos (y que permanece igual que la versión anterior, aunque en ésta es causado con saña en lugar de por destino) y la eventual salvación de la última hada que evita la muerte de la princesa. En esta versión, el hada hace a todos en el castillo dormir durante los cien años que duraría la maldición y sería con el beso de un joven príncipe que despertarían (traduciendo el cuento al amor cortés).


Es cien años después que un joven y apuesto príncipe se entera de la maldición y de la belleza de la princesa que “brota la llama del amor” (de nuevo remontándonos al amor a través únicamente de la belleza de la mujer). El príncipe recorre el bosque encantado que protegía a la princesa pues “un príncipe joven y enamorado siempre es valiente” (retomando las características atribuidas a los hombres en aquel momento). El príncipe levanta la maldición y ambos quedan enamorados a primera vista y son casados ese mismo día. Aquí regresamos un poco al cuento anterior, pues el príncipe miente a sus padres para salir a ver a la princesa, lo que vuelve suspicaz a la madre (como sucedía con la esposa en el cuento anterior) y dentro de dos años, produjeron dos hijos: un niño llamado Día (Sol) y una niña llamada Aurora (Luna). En esta versión también se pretende que uno de los reyes devorase a los niños, pero en este caso, es la madre del príncipe (ahora rey) que es descendiente de ogros. De igual manera, el cocinero la engaña sirviéndole otro animal para comer y al darse cuenta de que siguen vivos, en lugar de fuego, la antigua reina manda llenar de sapos y serpientes un contenedor para matarlos. En esta ocasión, la reina se suicida cuando su hijo regresa antes de tiempo, lanzándose al tonel, manteniendo la dignidad del príncipe de condenar a su madre, de nuevo, para hacerlo más ameno a los niños.


Casi cien años más tarde, los icónicos hermanos Jacob y Wilhelm Grimm retomaron esta historia de Perrault que sintetizan y relatan del cuento de manera mucho más breve. En este caso, además de ser trece hadas, el hada malvada que lanza el hechizo no fue invitada, como será más adelante retomado por Disney y la historia se desarrolla prácticamente como la conocemos, salvo que la leyenda de la belleza y el sueño mágico de la ahora Preciosa Rosa era conocido y varios príncipes morían en el bosque encantado, tratando de alcanzarla. Lo que le da un poco de mayor importancia al amor como destino divino.


La Bella Durmiente es el decimosexto largometraje producido y animado por Disney. Siguiendo la tendencia que seguían hasta el momento, estaban retomando una vez más todos estos cuentos, pero esta vez adaptándolos a los valores de 1959 y la visión de la vida de Walt Disney. Del mismo modo, tratando de apelar a una generación cada vez más compleja, Disney se tomó la libertad de cambiar muchos elementos del cuento, aunque, en esencia, permanece similar a los anteriores, especialmente al de Perrault. En la reimaginación de Disney, son tres hadas las invitadas por el rey (Flora, Fauna y Primavera) y Maléfica (primera vez que recibe nombre el hada malvada y confirmándola claramente como villano). Ahora, para tratar de evitar la maldición que ya bien conocemos, Aurora (antes nombre de la hija, ahora nombre de la princesa misma), fue enviada a vivir con las hadas (que se hacían pasar por verdaderas campesinas), se le cambió el nombre a Rosa y se le ocultó la verdadera naturaleza real de su ascendencia. Ahora, en un momento en que Aurora no se encontraba en casa, las hadas hacen uso de su magia para cambiar el color del vestido del cumpleaños número dieciséis de Aurora por una ridícula discusión, sin embargo, los residuos mágicos salen por la chimenea, donde son vistos por Diablo, el cuervo esclavo de Maléfica, quien las descubre.


Es importante mencionar que, en la película animada de Disney, Aurora y el príncipe se conocen por casualidad en el bosque antes de caer en sueño por la maldición y ambos se enamoran y deciden comentarles a sus respectivas familias que se casarían (sin saber que ese era el plan desde el principio). El príncipe creía que Aurora era una campesina y Aurora no sabía que era princesa, lo cual le fue revelado ese mismo día. En esta versión del cuento no se dice que Aurora sea poco diestra motrizmente como se había hecho con anterioridad, sino que Maléfica la hechiza para cumplir la maldición y esta cae (de nuevo, para nosotros) en sueño. Las hadas se dan cuenta que el príncipe Felipe se había enamorado de Aurora en el bosque y lo salvan del sueño en que sumen al reino para que vaya a besar a Aurora. Maléfica lo tiene encerrado para evitarlo, pero huye gracias a la magia de las hadas, quienes le otorgan la Espada de la Verdad y el Escudo de la Virtud (dotando de aún más magia al cuento). En la película, el bosque encantado en realidad son solo espinas que creó Maléfica para impedirle el paso, pero como es necesario en la cultura actual y la necesidad tanto de un conflicto mayor de acción como de mayor tiempo de “rodaje”, Maléfica se convierte en dragón para tratar de matar a Felipe. Aquí se establece la valentía del príncipe al enfrentarse al dragón, haciendo uso de la Verdad, la Virtud y la valentía “inherente” a él por ser hombre y príncipe. Felipe logra matar a Maléfica y besar a Aurora para romper el hechizo. Al final se casan como en los demás cuentos.


Teniendo ya todas las interpretaciones realizadas a lo largo de la historia del cuento de la Bella Durmiente, podemos ver que hay temas que permanecen inmutables al cambio y al paso del tiempo, como lo son el poder del amor, la valentía del príncipe encantador, la belleza de la princesa y los elementos mágicos encontrados en el bosque, la maldición y, por supuesto, las hadas. En todos los casos, las hadas son tratadas como estos seres poderosos, capaces de afectar el avenir de las personas con su magia; magia que es tanto buena y pura, como malévola en el caso de Maléfica. Las hadas sirven también para poner en marcha todos los eventos del cuento en todas las versiones.


No obstante, es importante mencionar que los cambios que se han hecho son, en algunos casos, radicales y en otros más sutiles, para seguir interesando a los niños, trescientos años después. El primero y más importante que fue erradicado, por fortuna, fue el acto sexual y el embarazo de Talía sin su consentimiento en el primer cuento durante su hechizo, luego diferentes minucias sobre el número de hadas, el bosque y la manera de suceder el hechizo, pero el siguiente cambio más importante es el hacer a los personajes cada vez más tridimensionales (Aurora y Felipe conociéndose antes de la maldición) aún cuando todavía se tiene la perspectiva binaria del mal y del bien tan en nuestras caras.


Podemos ver cómo fue evolucionando la moral del mundo a través de cómo contamos este cuento a lo largo de los siglos; sin embargo, los temas del hombre fuerte y valiente y la mujeres bella y delicada, que debe ser rescatada, permanecen intactos en todas las versiones, demostrando que, por lo menos hasta 1959, el papel de la mujer era ser, en efecto, hermosa y necesitaba de un hombre que la rescatase. Si bien hoy en día aún no se puede decir que la mujer tenga el lugar en la sociedad que se merece, también es importante rescatar que, conforme se recuenta la historia, se le va dando más color al personaje tanto de la princesa, como de Maléfica (en particular con las últimas películas en live-action de Disney), apelando cada vez más a la audiencia actual, pero también comenzando a replantear algunas de estas ideas preconcebidas de la mujer y su entorno.




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