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Artemisia Ghentileschi

La semana anterior, como todos sabemos, tuvo dos días muy importantes para la ciudad de México, el ocho de marzo que es el día en el que las mujeres alzamos nuestras voces en México para exigir respeto, seguridad y libertad y el famoso día siguiente que es acompañado por el slogan “el nueve nadie se mueve”. Sé que hay muchas voces más expertas para hablar de feminismo que la mía, así que yo hablaré del feminismo desde mi campo de batalla favorito: el del arte.

Sabemos que el arte siempre ha sido un arma muy poderosa puesto que tiene una capacidad de manipulación y convencimiento como ninguna otra. Ha sido usada por el gobierno, por la monarquía y, sobre todo, por la iglesia. Hoy les voy a contar una de las veces que el arte fue la estrategia de guerra de una mujer.


El mundo del renacimiento fue una etapa dominada por hombres. Nombres como Miguel Ángel Buonarrotti, Sandro Botticelli, Dante Alighieri y Leonardo da Vinci vienen a nuestra mente al instante; hombres llenos de talento que destacaron sobre el resto de la población mundial y, por lo mismo, se encuentran inmortalizados en los mejores museos. Entre esos nombres se encuentra, un poco escondido, el de Artemisia Ghentileschi.


Artemisia era una joven pintora de mucho talento que pronto destacó en el taller de su padre, que, al ver el potencial de su hija le puso un maestro particular, Agostino Tassi que le doblaba la edad a Artemisia y un buen día la violó en el estudio de pintura. Este brother ya tenía historial de violador pero siempre le daban la razón al hombre, entonces había logrado salirse con la suya. Le prometió a Artemisia casarse con ella y la pobre mujer esperó un año a que se cumpliera esa promesa porque, en esa época, violar a una mujer no era un crimen en contra de ella sino en contra del honor de su familia.


Cuando Artemisia vio que claramente no se iba a casar con ella decidió demandarlo, aunque para ella esto significa un proceso legal público y vergonzoso en el cual se vería si ella decía la verdad. Fue sometida a estudios médicos y hasta torturas públicas en los juzgados en los que la interrogaban mientras le rompían los dedos de la mano para ver si decía la verdad.

Después de mucho tiempo, la familia Ghentileschi ganó el juicio aunque su reputación había sido arrastrada por toda Roma. Artemisia dedicó el resto de su vida como pintora a vengarse de su violador a través de sus pinceles, pintando una y otra vez escenas en las que las mujeres le ganaban a su agresor. Su obra más famosa es la escena en la que Judith decapita a Holofernes cuando intentó acostarse con ella y así evita que se apodere de su pueblo.

Hoy en día hemos recuperado el nombre de Artemisia y se le conoce como una de las primeras feministas de la historia del arte, dispuesta a pasar torturas horribles para conseguir justicia.



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