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Foto del escritorCamila Cueto

Amor al proyecto o miedo a los fanáticos

Hace una semana fue el gran estreno de una de las películas más esperadas del 2021 “Dune”, película de fantasía basada en el libro de Frank Herbert, dirigida por Denis Villeneuve y protagonizada por Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac y Zendaya. “Dune” cuenta la historia de Paul Atreides y su familia a la cual le asignaron el mandato de un territorio clave que desatara una guerra espacial. Sé que no soy la mejor persona para describir esta película, pero no soy la primera en intentarlo ni la primera en fallar.


No quiero hacer una reseña hablando de lo buena o mala que es esta película, quiero hablar específicamente de su director y de las razones por las cuales decidió hacer este proyecto. Denis Villeneuve es uno de los directores más populares y famosos de hoy en día, su última película fue Blade Runner 2049 y tiene éxitos como Prisoners, Sicario e Incendies.


Denis Villeneuve y yo tenemos una cosa en común, amamos las películas como a nuestra propia vida y su decisión de hacer estas dos últimas películas (Blade Runner 2049 y Dune) lo prueba, estos dos proyectos son extremadamente relevantes para la cultura pop, la primera película de Blade Runner (Ridley Scott 1982) impactó las películas de fantasía y se transformaron a como las conocemos hoy, presentó una profundidad en sus personajes que nunca habíamos visto y consolidó a Harrison Ford una vez más como uno de los actores más influyentes de las segunda mitad del siglo pasado. En el caso de Dune, esta película está basada en un libro que hasta el momento nunca se había podido adaptar correctamente dado a su complejidad y a la exigencia de un fanatismo enorme que existe detrás de este libro. Denis es uno de estos fanáticos, su carrera nos lo prueba, nos prueba su gusto por la fantasía y lo complejo y él mismo ha mencionado en más de una ocasión que quiso hacer estos proyectos por que si alguien lo va a arruinar mejor que sea él a que sea alguien más. Ama tanto estos proyectos que cada detalle tiene que ser perfecto, no solo para él sino para representar el legado de estas obras de arte.


Todo romance entre el artista y su obra de arte suena como algo positivo, claro que queremos ver amor detrás de los proyectos, pero también creo que es un arma de doble filo. Amar tanto un proyecto preexistente el cual tienes que manipular, tomar su legado y continuarlo es mucha presión y también puede nublar tu juicio. No hablaré de Dune, pero pondré el ejemplo con Blade Runner 2049. Esta película es una secuela de 3 horas de una película con una duración de menos de 2 horas, esto prueba lo meticuloso que es su director en querer mantener un universo que tiene un legado de más de 30 años, meticuloso en lo visual, en el guión, en los actores, pero debo decirlo, casi me duermo viendo esta película, su diseño de producción se come por completo la historia, lo cual hace que no termines de conectar con ella. Mi pregunta es ¿esto a qué se debe? ¿A querer explotar el recurso lo más que se pueda? ¿O no querer arruinar un universo al contarlo de manera más concisa y corta?


Realmente creo que la respuesta a esas preguntas es un “si”, es miedo y amor, y creo que sí se puede ver en ambas películas. No digo que lo que hizo Denis esté mal, creo que yo haría lo mismo en su situación. Lo bueno es que hay fanáticos que concuerdan con las decisiones de este director y que no dudan de su capacidad, yo tampoco dudo de él.


Actualmente Dune está disponible en cines y Blade Runner 2049 está disponible en Netflix.

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